
Las amenazas nivel vengadores no siempre están en la destrucción a escala global y es algo de lo que Zemo ya había hablado en Civil War.
Desde luego que aquí hablaré con spoilers de inicio a fin, por lo que te recomiendo asistir a verla antes de seguir leyendo la siguiente reflexión.
Y es que en este caso tenemos una película dentro de otra, en esta entrega se encuentra el cine de super héroes casi tan común y corriente como varias otras, tampoco se trata de sobrepensarla o extraer significados ocultos de entre líneas.
En breve te explico qué tienen que ver los nuevos vengadores y la posmodernidad.
Los personajes rotos
En esta ocasión tenemos a antihéroes tratando de salir de esa vida a la que han sido orillados a seguir gran parte de su vida.
Yelena Belova es nuestra protagonista quien abre la pantalla con una reflexión que no habla únicamente para ella, abre la posibilidad a identificarse uno mismo conforme sigue la película.
Una premisa sencilla, pero a veces difícil de aceptar para quien la vive:
“No sé qué hacer de mi vida, debería ser feliz por lo que tengo, pero no es así, me siento vacía”.
Y la película se encarga de construir su historia al rededor de ello.
Ghost, Agente Us, Zentry, Red Guardian, Bucky… todos comparten historias, si no iguales, que riman, que se conectan, de alguna manera todos han pasado por esta ola de sentimientos de soledad no deseada.

Es más, intenta ser tan explícita que casi al inicio se planea jugar con esta idea de las historias cuando Yelena dice que si ahora cada quien va a contar su historia.
Y no sólo se queda en juegos internos, también los propios personajes “reconocen” que son aquellos a quienes nadie va a extrañar, cosa que en algún momento De Fontaine lo dice explícitamente.
Y que también se encargan de exponer cuando al perder contra Sentry por primera vez se encuentran en la calle y nadie los reconoce, nadie se acerca a ellos a pedirles foto ni se emocionan.
Los personajes sí están rotos por su propia historia, pero también dentro de ellos. No es de extrañar que todos busquen la aprobación externa en varios momentos.
Y nada mejor que una amenaza que no mata, si no que busca enfrentarte contra ti mismo, contra tus penas y vergüenzas internas, contra aquello de ti que no has podido sanar y/o perdonar.
La película tipo A 24
Desde luego que decir algo así iba a causar revuelo en los espectadores considerando que ese estudio se ha encargado de traer historias… ¿humanas? Narrativas que tratan de criticar o exponer algo más allá de lo visual, del espectáculo.
Como muchos, quizá no compartí esta idea de marketing de venderla como algo así, pero tras el estreno entiendo más a qué se refería Florence Pugh con “aires de A24”.
Esta ocasión tenemos una película más sombría y que explora matices emocionales de sus personajes. Pone a prueba a todos ellos no tanto en aspectos físicos, sino en lo mental.
Momentos de conexión que busca mostrar no a esos héroes perfectos, sacados de las historietas donde son tan buenos como se puede ser.
Si bien, Marvel había tratado en ocasiones anteriores de mostrar que ellos también se equivocan como lo es en Civil War, quizá es hasta este momento en el que dan con el clavo.
Hay momentos de crudeza emocional como Yelena encontrándose a sí misma dormida con una botella de alcohol y pelea contra sí para obligarse a beber.
Cuando le grita a Red Guardian sobre la ausencia que representa el hecho de que no le haya hablado tras enfrenta la pérdida de su hermana.

Si bien, Marvel había tratado en ocasiones anteriores de mostrar que ellos también se equivocan como lo es en Civil War, quizá es hasta este momento en el que dan con el clavo.
Hay momentos de crudeza emocional como Yelena encontrándose a sí misma dormida con una botella de alcohol y pelea contra sí para obligarse a beber.
Cuando le grita a Red Guardian sobre la ausencia que representa el hecho de que no le haya hablado tras enfrenta la pérdida de su hermana.
O la escena final donde Bob se enfrenta contra su propio vacío y poco a poco se deja desbordar por todas aquellas emociones contenidas.
Sí, se trata de una película de super héroes de Marvel, pero también trata de exponer algo más allá.
Le habla a sus fans antiguos y a los actuales, le trata de hablar a un público nuevo, a alguien que quiere ver algo diferente.
Y es ahí donde recae la idea de ser algo de A24, a mi parecer.
La soledad crónica
Mencionar a la posmodernidad no está de a gratis en el título. Las condiciones socioculturales de la actualidad permiten la desintegración sociales por más paradójico que suene en plena era de la hiperconexión.

Y hay tantos motivos al rededor de este padecimiento, pero la gran mayoría apuntan a factores de hiperindividualidad, a una desconexión emocional, a una sociedad del altas exigencias, a falta de tiempo o la interiorización de la hiperproducción de uno mismo; tal como dirían personajes como Byung-Chul Han en la sociedad del cansancio o la modernidad líquida de Zymung Bauman.
El vacío existencial se manifiesta como una frustración profunda, un estado cognitivo-emocional negativo que se asocia con desesperanza, apatía, falta de sentido en la vida y puede derivar en depresión o incluso suicidio.
Y es aquí donde comenzamos a hacer la conexión con esta película.
Si ya la viste, ¿Te suena algo de lo comentado en los párrafos anteriores?
Hemos hablado de cómo los personajes se muestran rotos, pero incluso detrás de ellos y sus “problemas de super héroes” son mensajes que a todos nos pueden llegar.
Yelena nunca dice se murió Black Widow, sino se murió mi hermana; explica cómo su rutina de trabajo es la que le hace caer en esta espiral de inconformidad:
“Me despierto, voy al trabajo, regreso y estoy en el teléfono por horas hasta que me duermo y al siguiente día es lo mismo”.
O también cuando le explica a Bob que sus emociones se las traga y las empuja a lo más profundo de sí. Que no tiene una gestión emocional de ellas.
Ni hablar de la escena de la bañera de nuevo, un momento que de lejos refleja el daño que puede causar este dolor emocional que no cesa con pastillas.
Como estos ejemplos hay varios más en la película que seguramente hasta una segunda vista se podrán cachar más detenidamente.
El problema del vacío existencial y de la soledad crónica es que son padecimientos que se sufren en silencio, sin apoyo o sin tratamiento porque en muchas ocasiones tampoco nos animamos a buscar la ayuda por mil y un motivos.
El poder del amor
El cierre de esta película quizá es de lo más criticado después de los efectos especiales: que todo terminara con un abrazo.
¿Pero de qué otra manera podrían terminar? Todo el tiempo en ella han tratado de establecer los problemas de la soledad y la falta de “compañía”, mucho del desarrollo se ha evocado a mostrar el “lado vulnerable” de los personajes como para que todo termine en una pelea de escala global entre un dios y un par de superhumanos.
Cosa que, de haberse realizado, habrían sido aún más criticados por “la falta de realismo”.
Desde luego que la película no es perfecta y hay cosas que valdrían la pena revisar, quizá arriesgarse más mostrando lados aún más oscuros si es el corte que querían buscar. Aún así, me parece que por sí misma cumple con tener el sello de Marvel y con ser algo “experimental”.
El poder del amor sí funciona aquí, el cierre no pretende salvar el mundo aunque en primera instancia parezca eso, más bien busca salvar a una persona de sí misma y evitar que siga cayendo más y más en una espiral cuyas repercusiones dejan daños colaterales a personas inocentes.
En este caso los Avengerz tiene una misión más cercana al piso que las peleas espaciales/cuánticas a las que estábamos acostumbrados ver (y que ya estaban cansando).